Si le preguntásemos a cualquier persona de nuestro alrededor lo que opina sobre el reciclaje, la mayoría nos responderá, de forma muy apropiada, frases como: “es un acto necesario para el medio ambiente”… “es una cuestión de responsabilidad social” o “¿qué futuro le daremos a nuestros hijos sino?”.
El reciclaje es un
tema muy sensible y con una gran repercusión global, esta conciencia
colectiva es aprovechada por algunos empresarios, personas públicas y políticos, que se lucran,
sin escrúpulos, mientras nos hacen creer que son los salvadores de la integridad
medioambiental de planeta.
Pues bien, en esta ocasión hablaré
sobre reciclaje: de lo bueno y de lo que nos hacen creer que es bueno...
Por definición, el reciclaje, es someter un material
usado a un proceso de recuperación para que se pueda volver a utilizar, de
nuevo, en posterioridad.
Símbolo internacional del reciclaje |
Leyendo esto, reciclar
parece una necesidad totalmente incuestionable… entonces, ¿por qué yo pongo
en duda este proceder? El problema no son los beneficios que nos ofrece el
reciclaje: en esto estaremos todos de acuerdo… la cuestión es porqué se ha
llegado al extremo de tener que hacerlo…
Un negocio basura
En los denominados países del
“Primer Mundo”, nos sobra tanto de todo que hasta nos desbordan nuestros propios
residuos. Países “desarrollados” convertidos en verdaderas maquinas de
creación/acumulación masiva de desechos… en monstruos enfermos de su propia
mugre… en nuevos ricos con el Síndrome de Diógenes.
Como sabéis soy geólogo (especialista
en geotécnia, hidrogeología y geología ambiental). En las obras del Forum de
les Cultures de Barcelona, tuve la oportunidad de ser el asesor geológico y
encargado de obra de uno de los saneamientos de tierras más importantes que se
han hecho en la ciudad de Barcelona. El trabajo se realizó en un antiguo
vertedero industrial clausurado (ubicado donde actualmente encontramos el Port Esportiu
de Sant Adrià del Besòs). Mis cometidos eran hacer prospecciones sobre el
terreno, diseñar mapas de volúmenes y distribuir la maquinaria para poder extraer,
tratar y trasladar los residuos encontrados a vertederos autorizados.
En los terrenos del Forum de les Cultures (junio 2001), ejecutando una campaña de calicatas |
En ese vertedero no controlado se
encontraron las tres clases de residuo existente (del tipo I, II y
III). Recordemos que, de menor a mayor: más peligroso es para el medio ambiente;
de menor a mayor: más complejo es el tratamiento y más caras las tasas que
cobrarán los vertederos oficiales por aceptar su ingreso.
Mi función principal en esa
obra, como anteriormente se ha dicho, era definir la disposición (y la cantidad) de los diferentes tipos de
residuos en el subsuelo, descartando las zonas no contaminadas. Como os podéis
imaginar, la distribución de estos residuos en profundidad, era antrópicamente
caótica y no seguía ninguna sedimentación natural ni regular. Mi objetivo
principal era detectar los “filones” más contaminados, para que la empresa donde
trabajaba (una ingeniería ambiental), pudiera cobrar mayores beneficios con su
extracción…
Una tarde, mientras controlaba
como una giratoria cargaba ceniza de incineradora (clase II) a un “dumper”, se me acercó
el dueño de la flota de la maquinaria y de los camiones (un millonario que se
había enriquecido por ser el amo de un vertedero) y hablamos un rato sobre la
obra. En un momento dado, le dije que no entendía como un camión cargado de “basura”
podía generar algún tipo de beneficio. Se rió de mi inocencia y, literalmente, me respondió: “Mira Humbert, ¡la
mierda es el negoció más rentable que existe!”.
Los falsos profetas del
ecologismo
La obra terminó según lo previsto:
quedando el terreno bien limpio y los bolsillos de políticos y empresarios bien
llenos… El Forum 2004 se celebró sin pena ni gloria y yo acabé dedicándome a la
geotécnia…
Esa experiencia me hizo ver que el “ecologismo institucional” era una completa farsa… un negocio puro y duro... un montaje bien orquestado para
conseguir una conciencia ambiental global a su servicio... una esperpéntica
función donde nosotros somos los títeres “palmeros” de un maestro de
marionetas, sinvergüenza...
Aborrecía ver la demagogia en que
grandes empresas nos decían que velaban por el medio ambiente, mientras lo
único que les interesaba, realmente, era enriquecerse a cuesta nuestra (ver, a
modo de ejemplo, el escrito de La
Bolsa de Plástico: ¿El gran peligro Público?, en este mismo blog). Aborrecía
ver a supuestos entendidos del tema y a "politicuchos" (algunos, incluso llamados de izquierdas y verdes) hablándonos
de ecologismo, con una manifiesta ignorancia, buscando (tan solo) como conseguir/mantener
el poder o ganarse el aplauso fácil.
"Involución", de Dan Pikaro |
El progreso trae consigo su
propia cochambre
Mi padre siempre me ha contado
que, cuando él era pequeño, casi no se generaban residuos: No había
prácticamente ni plásticos ni derivados (evidentemente no se plastificaba todo
alimento como ahora). La mayor parte del vidrio era reutilizado: los envases se
devolvían a la tienda, se limpiaban y se rellenaban de nuevo. El poco papel que
sobraba (diarios, envoltorios de comida) eran utilizados para la limpieza de
las casas, para encender el fuego… Los restos de comida eran aprovechados por
los animales de compañía…
¿Qué ha pasado en pocos años?, ¿quizás
deberíamos volver a las cavernas? ¡No! (nos dirán “los poderosos”) seguid viviendo así, os merecéis todos estos lujos... pero, sobretodo: ¡reciclad! ¿Reciclar el qué?: ¿unas
basuras que os habéis inventado vosotros mismos?… ¿una bazofia impuesta a una demente
sociedad de consumo, vestida con "piel" de progreso?
Vertedero incontrolado en el paraíso. Isla de Taboga (Panamá) |
Reciclar o no reciclar… ¡esa es
la cuestión!
Puestos en antecedentes, como os
podéis imaginar con todo lo leído, mi opinión sobre el reciclaje “era” muy poco
favorable. Para mí, reciclar, era tan sólo: un “invento” rentable de los países
ricos… una balsámica escusa para seguir fabricando (y consumiendo) sin control
unos materiales que tan sólo visten o, mejor dicho: ¡emperifollan!, al producto que realmente necesitamos.
Esta realista (pero poco constructiva) forma de pensar me cambió de golpe… Sucedió después de una charla con la persona
que menos me hubiera imaginado con quien hablaría de tratamiento de residuos: mi
amigo Santi Diaz.
Santi es ayudante de sondista, fuimos compañeros de trabajo. Él, junto al primer
sondista, hacía las prospecciones del terreno para mis estudios geotécnicos. Es un currante nato, alegre, afable y con un gran corazón.
Pues bien, una mañana de sábado,
mientras almorzábamos en su casa una buena rustida, fui a tirar las latas de
bebida a una bolsa donde él había echado los huesos de la carne.
Me paró y me dijo: “No tires las latas con el orgánico, la bolsa de los
plásticos está dentro del cuarto de herramientas”.
Me quedé altamente sorprendido
ante tal petición... Incrédulo, le pregunté si se estaba quedando conmigo… No
sólo me lo confirmó sino que, encima, me regañó porqué yo no lo hacía. Me quedé
en silencio (¡bien pasmado!), mientras él me iba dando su punto de vista, con simples y
certeras razones.
Santi me mostró la parte más humana del reciclaje… la parte más del día a día. Me hizo entender que, a pesar de que algunos abellacados se estén aprovechando de nuestra buena fe, nosotros no podemos ser partícipes de ellos con nuestro inmovilismo… ¡El progreso no debe parar!, pero sí podemos minimizar sus miserias…
Una de las reflexiones que me hizo, que os cuento a modo de ejemplo, fue sobre la cuota de las basuras que nos cobran anualmente, me dijo: “¿Realmente
preferirías no pagar nada y quedarte con toda la basura que has generado?, ¿qué
harías con toda ella?, piensa lo que acumulas en un día y multiplícalo por 365…
Si lo analizas, te cobran muy poco por recogerte y hacer desaparecer los
residuos que tu mismo has generado”.
Así pues, teniendo
en cuenta que vivimos en un mundo imperfecto, teniendo en cuenta que algunos perdularios
seguirán poniéndose la palabra “ecología” en la boca sólo para ganarse a sus cándidos seguidores, teniendo en cuenta que el precio del progreso haya sido llevarnos a
esta situación… Nosotros no podemos ser cómplices de
toda esta historia: ¡tenemos que actuar!
Las basuras existirán nos gusten o
no y reciclarlas, ahora por ahora, es la solución menos mala. Separar los
residuos nos costará el mismo tiempo (y esfuerzo) que tirarlos mezclados en un
contenedor indiferenciado y, algo habremos ya ganado. Por eso debemos aprender a separarlo todo y saber hacerlo bien (encontrareis buenas Web donde lo explican, también podéis contar conmigo para lo que necesitéis).
En conclusión: ¿Reciclar? ¡SÍ!, pero recordando que vivimos generando demasiadas basuras y que, por tanto, es mejor consumir sólo lo que realmente necesitamos. ¿Reciclar? ¡SÍ!, pero usando más nuestra materia gris y sentido común... y no hacerlo como unos simples peones de un sistema consumista en jaque...
Aquí os dejo mi testimonio... y, aprovechando las fechas que estamos, me gustaría desearos una feliz y "reciclada" Navidad.
¡Espero vuestros comentarios! ¡Muchas gracias!
¡Espero vuestros comentarios! ¡Muchas gracias!